REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA
VICERRECTORADO ACADÉMICO
DECANATO DE INVESTIGACIÓN, EXTENSIÓN Y
POSTGRADO
DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ENSAYO IRENOLOGÍA EDUCACIÓN Y RELIGIÓN
Autora: María
Blanco
Docente de aula desde el 2007, en la U.E.E. “Andrés Pacheco Miranda” ubicada en Güerito, Municipio Mariño, Turmero, Edo Aragua. Magister en Educación Mención Gerencia. Doctorante en la Universidad Bicentenaria de Aragua Venezuela.
INTRODUCCIÓN
En ocasiones el docente se queda transitorio
para incluir el tema de la paz de forma adecuada, es decir, rescatando la gama
de valores subyacentes, el potencial de las diferencias (Ideológicas,
religiosas, simbólicas, educativas, políticas, raciales, sexistas entre otras),
y la orientación de los conflictos de forma que los estudiantes participen
conscientemente y se establezca un saber acerca de la educación para la paz
como pobladores activos en igualdad de derechos, se aporte al crecimiento de la
diversidad y la libertad individual como aspectos positivos y necesario en la
convivencia.
Desde la experiencia docente, se puede
identificar, conocer y precisar sobre la importancia de la paz, aunque, no se
cuenta con herramientas, elementos o capacitación que oriente coherente y
oportunamente el ejercicio docente en el aula y las implicaciones que se
generan fuera de ella. De forma que el presente ensayo pretende dar cuenta de
ello como una necesidad apreciable en el contexto educativo escolar pero sobre
todo en el marco de la educación contemporánea, que demanda cada vez más
individuaos preparados para dar respuesta a las diferentes situaciones que se
puedan presentar.
La paz es un trabajo imprescindible de
la enseñanza y una responsabilidad ética de los maestros. La gestión social por
excelencia de la educación es erigir para la convivencia respetuosa y pacífica. Por consiguiente a la educación le corresponde, al lado
de otras instituciones básicas de la sociedad, como los partidos políticos, los
medios de comunicación, las iglesias y las organizaciones sociales, la misión inequívoca
de favorecer con la instrucción y las prácticas escolares a erradicar de la
conciencia humana las pensamientos errados y retrógradas de la antigua cultura
de la guerra y reemplazarlas por los principios, valores e idearios de la
cultura de la paz.
IRENOLOGÍA, EDUCACIÓN Y RELIGIÓN
La Irenología es el vocablo que surge
del neologismo eirene que era la diosa griega de la paz y logos que significa
estudio o tratado, entendiéndose por Irenología a la ciencia que estudia la
paz. Centra sus estudios en la comprensión de la dinámica de los conflictos
para poder encontrar los mecanismos, herramientas o políticas que faciliten la
disminución en la incidencia de los mismos. El valor central de esta corriente,
era la paz en el sentido de ausencia de guerra pero posteriormente se fueron
incorporando distintos ámbitos que abarcaron valores como la justicia, tanto
económica como social. Según, Fisas (2006:6)
La
paz es algo más que la ausencia de la guerra y tiene que ver con la superación,
reducción o evitación de todo tipo de violencias, físicas curriculares y
estructurales y con capacidad y habilidad para estructurar, con la capacidad y
habilidad para que en vez de tener una expresión violenta y destructiva, las
situaciones del conflicto, siempre que sea posible puedan ser oportunidades
creativas, de encuentro, comunicación, cambio, adaptación e intercambio.
Es así, como pretende abordar el conflicto con ideas, medios y
acciones, para que, siempre que éste surja, se pueda canalizar hacia una
solución que no origine violencia; y eso sólo es posible por medios pacíficos.
Por ejemplo la mediación. La cultura de paz debe legitimar un manejo no
violento y creativo del conflicto, para tal efecto, comúnmente se suelen
definir dos tipos de paz. La paz interna y la paz externa, las cuales suponen
la ausencia de un conflicto. La denominada paz interna supone la paz de un
individuo consigo mismo, es una actitud interior de armonía lo cual no es
objeto de este estudio.
En cuanto a la paz externa se define
como la ausencia de conflicto con una u otra comunidad los cuales son ajenos al
colectivo al que el individuo pertenece. En tanto que la paz interna es objeto
de estudio de la moral, la paz externa lo es del Derecho y de las Relaciones
Internacionales. El sostenimiento de la paz externa dependerá de los objetivos
e intereses nacionales de los Estados que geográficamente nos rodean
territorialmente o que poseen un interés en particular.
Es así, que la Educación para la paz es entendida
como la apropiación de conocimientos y competencias ciudadanas para la
convivencia pacífica, la participación democrática, la construcción de equidad,
el respeto por la pluralidad, (Galtun, 2003: 354) expresa:
Educar
para la paz sin duda alguna, implica educar sobre el conflicto, que no debe ser
confundido con la violencia. Tendríamos que dedicar más tiempo a aprender de
nuestros propios conflictos, puesto que la paz no es otra cosa que la “fase
superior de los conflictos”, es decir, el estadio en el que los conflictos son
transformados por las personas y por las comunidades de forma positiva,
creativa y no violenta.
Así mismo, se puede educar para la
paz, con una orientación ética que retome y fundamente como prioridad el
sentido humano; es así como la escuela, debe ser escenario para la comprensión
de la compleja situación presente, del entorno, pero también del mundo
enmarcado en los valores mencionados con antelación; solidaridad, otredad y
alteridad, valores necesarios para hacer frente a los problemas presente y que
conduzcan al compromiso ético de educar para la paz.
Del mismo modo, educar para la paz
supone recuperar la idea de paz positiva. Esto implica construir y potenciar en
el proceso de aprendizaje unas relaciones fundamentadas en la paz entre los
estudiantes-padres-profesores; entre ciudadano y poder. De ello se deriva la
necesidad de afrontar los conflictos que se den en la vida del centro y en la
sociedad de forma no violenta.
En el texto de Pulo Freire (1994:17)
“Carta a quien pretende enseñar” se pueden resumir todas las cartas como un
llamado a revisar en los docentes la humildad, EL amor, la valentía, la
tolerancia, la decisión, la seguridad, la tensión entre la paciencia y la
impaciencia, la alegría de vivir, puesto que se constituyen según Freire en las
cualidades por excelencia para crear una escuela “en la que se piensa, en la
que se actúa, en la que se crea, en la que se habla, en la que se ama, se
adivina la escuela apasionadamente se le dice si a la vida”.
Los escritos sagrados de las grandes
religiones, así como sus seculares tradiciones, contienen mensajes de paz y de
concordia, que constituyen una importante aportación para la convivencia
pacífica entre los hombres, los pueblos y las diversas civilizaciones y
culturas. la condición de criatura, procedente de Dios, de todos los seres
humanos; la prohibición total de la muerte arbitraria de un hombre y el
mandamiento supremo del respeto absoluto de toda vida humana, sea de la
condición que sea, de todo lo cual se deduce la norma suprema que debe regir
toda vida humana: “la cultura de la no violencia”.
En consecuencia, hoy en día se observa
una tendencia interesante en materia de educación religiosa. En sistemas
educativos que antes ignoraban la religión se debate ahora sobre la
conveniencia de incorporarla al currículo. En otros sistemas, en los cuales la
religión ocupaba un lugar destacado, los responsables de la elaboración de
políticas revisan actualmente los métodos de la educación religiosa, para
asegurarse de que son pertinentes y “tolerantes” en un mundo en que los pueblos
y las culturas están cada vez más interrelacionados.
Además, toda religión cree en una unión
de todos los hombres, fundada en la realidad de un ser supremo, de lo cual se
sigue la convicción de la existencia de una fraternidad universal, es decir, de
“una cultura de la pacifica fraternidad que abraza a todos los hombres”, sean
de la cultura y condición que sean. Desde
el punto de vista ético, encontramos en todos los escritos de las grandes
religiones la llamada “regla de oro”, que nos manda “tratar a los demás como
queremos que nos traten ellos a nosotros mismos”, principio en el que se puede
fundamentar sólidamente una “cultura de la paz”.
“Puesto
que las guerras nacen en las mentes de los hombres, es en la mente de los
hombres que deben erigirse los baluartes de la paz”. Inmersos, como estamos, en
la complejidad e incertidumbres del presente, es fácil perder de vista esta
verdad simple y fundamental expresada en el preámbulo de la UNESCO. La
velocidad de los cambios que acontecen a nivel planetario nos obliga a plantear
una y otra vez viejos debates pero en nuevos escenarios, donde no podemos
seguir pensando con las antiguas categorías.
El escenario mundial de la posguerra
que hizo nacer a la UNESCO ha cambiado drásticamente, sin embargo la
preocupación sigue siendo la misma: desarrollar en toda la humanidad una
cultura de paz y entendimiento entre los pueblos. Ayer como hoy, las religiones
siguen siendo factores culturales de poderosa gravitación sobre las prácticas e
instituciones de la humanidad. En los últimos tiempos hemos podido presenciar
cómo ese fabuloso poder puede ser usado con eficacia “para la paz o para la
guerra”. En consecuencia, conviene
identificar las condiciones por las cuales las religiones operan en uno y otro
sentido y de qué modo la educación y la cultura contribuyen a generarlas.
(Debray, 2002; Cacciari, 1999).
Nunca como ahora, el vacío de significación de las prácticas institucionales y
simbólicas reclama un nuevo momento en la búsqueda de universos de
significación compartidos. A lo largo de la historia y también en el presente,
toda cosmovisión religiosa es portadora de un paradigma ético y antropológico,
una disposición al encuentro de valores que construyen un sentido de la vida y
dan marco no sólo al presente sino al futuro de cada individuo y de la
humanidad en su conjunto.
Ciertamente, se observa una vuelta a la
enseñanza de la historia de las religiones y de los símbolos religiosos en las
ciencias sociales. En todos los casos, al parecer tanto los educadores como los
estudiantes quieren ser capaces de trasladar el sentido de lo que aprenden en
la escuela a la vida que se desarrolla fuera de los muros de la institución. L a
religión, desde un punto de vista histórico, fue una de las primeras educadoras
de los grupos humanos, entendiendo por educación la asimilación subjetiva o
mejor aún, intersubjetiva de marcos explicativos acerca de por qué la realidad
es como es y acerca de cuál es el lugar de los individuos y la colectividad en
esa realidad. También la religión nutrió las prácticas sociales de referentes
normativos que indicaban e indican aún con contundencia el carácter bueno o
malo, justo o injusto, de las acciones humanas
Por otra parte, las religiones suelen
ser consideradas una de las fuentes más importantes de fanatismo y de
violencia, por el carácter sagrado y absoluto con que presentan la verdad y por
la intransigencia con que la defienden. Con frecuencia recurren a todos los
medios a su alcance para expandir e imponer sus particulares ideas religiosas
con pretexto de buscar el bien de la humanidad y de conducirla a la salvación.
Y ello sin reparar en que el bien y la salvación de los demás comienzan por el
respeto a la libertad de la persona en todos los terrenos, también en el de las
creencias.
En su interior tienden a imponer un
pensamiento único y a castigar, e incluso expulsar de su seno, a los creyentes
considerados disidentes y heterodoxos. Y cuando las religiones se han
convertido en ideología oficial de un sistema político, la tendencia ha sido a
liquidar cualquier vestigio de pensamiento libre e independiente fundado en la
razón crítica. La relación de las
religiones entre sí no se ha caracterizado por la armonía, sino por la falta de
respeto y el enfrentamiento, que ha desembocado en numerosas "guerras de
religiones" con el consiguiente coste de vidas humanas y de sangre
derramada.
Para justificar dichas guerras, las
religiones han apelado a Dios. Lleva razón, por ello, Martín Buber cuando
afirma: "Dios es la
palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan
mancillada, tan manipulada. Las generaciones humanas, con sus partidismos
religiosos, han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por
ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre. Las tradiciones
religiosas que incitan a la violencia o la justifican, y más si lo hacen en
nombre de Dios, no pueden considerarse reveladas, y menos aún imponerse como normativas
a sus seguidores.
La Biblia describe a Dios como
"lento a la ira y rico en clemencia", y al Mesías futuro como
"príncipe de la paz". Entre las bellas utopías de sociedad armónica
que propone la Biblia cabe citar las siguientes: el arco iris como símbolo de
la armonía entre la humanidad y el cosmos, tras el diluvio universal. En el Sermón de la Montaña, Jesús de Nazaret declara
felices a los "constructores de la paz" (Mt 5,9). La paz es
precisamente lo que deja como legado el mismo Jesús a quienes han de continuar
su causa tras su muerte. Ahora bien, su ideal de paz nada tiene que ver con la
sumisión ante el poder o con la aceptación resignada ante la injusticia del
sistema religioso o político. Tiene carácter activo, crítico y alternativo. Ni
rehúye el conflicto ni lo edulcora, sino que lo afronta con decisión, lo asume
con valentía y lo canaliza por la vía de la justicia. Justicia y paz son
inseparables en su mensaje, su vida y su práctica, como ya vimos.
La educación religiosa es un intento
de construir un puente desde tu mente mundana a tu Mente Espiritual. En
cualquier contexto, formato, tradición o preparación, este es su propósito
general. Por tanto, la educación religiosa debe estar centrada en el
Conocimiento, porque el Conocimiento representa tu Mente Espiritual en el mundo
y tu vínculo vital con Dios y con toda la vida en todas partes. Pensar que la
religión no se ocupa del Conocimiento es malinterpretar y malentender el
propósito y la naturaleza de la religión. Esta nueva definición te da una
visión fresca y apropiada de lo que es la religión y de lo que debe ahora
significar para ti.
Para conocer qué puede aportar la
Educación Religiosa actual a la regulación pacífica de los conflictos, hay que
recordar que históricamente la religión, como hemos visto, ha proporcionado en
muchas ocasiones períodos pacíficos y que, debido a su gran capacidad de
convocatoria humana, de solidaridad y respeto que inicialmente transmiten sus
ideales, es un claro espacio para hablar de diálogo y de convivencia social.
Cuando hablamos del diálogo intercultural, no podemos dejar de lado el
tratamiento de la educación religiosa en los centros educativos.
En
consecuencia, la religión es un aspecto intrínseco de las culturas, se sea o no
creyente o fiel, que lleva implícita una forma particular de ver el prójimo y
el mundo (por lo tanto, unos determinados comportamientos) y que estar al tanto
de dichos comportamientos nos permitirá vislumbrar
las diferentes posturas individuales y
grupales, respaldando así el conocimiento mutuo. La mayor parte de los países,
ante la evidencia de las escuelas multiétnicas y religiosas, han introducido dentro
de sus políticas educativas proyectos que se adecúan a las requerimientos de
estas nuevas sociedades del siglo XXI.
Finalmente, en la enseñanza religiosa,
el cambio curricular más importante se produce al entender que su función, es
la de informarles y orientarles sobre la cantidad de ofertas religiosas que los
niños y jóvenes encuentran en su entorno y educarles en la responsabilidad de
una elección libre y en el respeto a las demás opciones. Sin duda este tipo de
educación religiosa será mucho más eficaz por su contribución a la paz y el
entendimiento religioso.
CONCLUSIONES
Se requieren, docentes que sean
capaces demostrar al educando la posibilidad de ser agentes de su propia vida,
educar para la libertad supone desarrollar en paralelo el proyecto de vida
individual, así como el colectivo en el marco de las necesidades que arroja la
sociedad actual. De los educadores, depende
forjar la tarea con la rigurosidad de la norma, pero en ejercicio consciente de
la moral, ayudando con la formación desde la perspectiva heurística de personas
libres, capaces y conscientes de su libertad, de su responsabilidad en el
proceso de aprendizaje
Desde los sistemas educativos formales
y la educación no formal e informal se deben aunar y coordinar esfuerzos para
hacer posible una convivencia pacífica de todos los ciudadanos, que supere todo
brote de racismo, xenofobia, delincuencia e injusticia social. El conocimiento
e intercambio de experiencias positivas podrá enriquecer y hacer más eficaz el
esfuerzo que hagamos para prevenir y erradicar la violencia escolar,
promoviendo estímulos para favorecer la convivencia pacífica que todos deseamos
y necesitamos. Gracias a las tecnologías de la información y de la
comunicación, problemas como el que nos ocupa pueden ser abordados desde una
perspectiva global.
Esta cultura de paz se tiene que
ajustar a través de incrementar el adiestramiento para la armonía, la no intimidación
y los derechos humanos, a través del impulso de la investigación para la paz, a
través de la eliminación de la intolerancia, a través de la promoción del
diálogo y de la convivencia como práctica a generalizar en la gestión y
transformación de los problemas. Tanto
desde el campo religioso como desde el laico, la escuela puede suscitar: la
posibilidad de desplegar conocimientos y prácticas conformes a valores
democráticos de solidaridad, tolerancia, comprensión y valoración de las
diferencias. Para ello será necesario desarrollar, en los ámbitos de la
educación y de la cultura, programas para combatir los prejuicios y las
concepciones estereotipadas que tienden a perpetuar diferentes formas de
discriminación y que lesionan el tejido social.
REFERENCIAS
Avelino, J (1998)
El problema de la religión. Madrid.
Debray, R. 2002.
L’enseignement du fait religieux dans l’école laïque. París:
Odile Jacob.
Cacciari, M. 1999. El dios que baila. Buenos Aires:
Paidós
Fisas, V. (2011). Educar para una Cultura de Paz.
Cuadernos de construcción de paz. Nro, 20
Freire, P. (1994). Cartas a quien pretende enseñar. Siglo
XXI.
Galtung, Johan, Paz por medios pacíficos, Bakeaz/Gernika
Gogoratuz, 2003, 354 p.
https://www.rebelion.org/hemeroteca/otromundo/040416tamayo.htm.
Consultado el 5 de noviembre de 2018
La Biblia de las Américas (LBLA) Copyright © 1986, 1995,
1997 by The Lockman Foundation; Dios Habla Hoy (DHH) Dios habla hoy.
Percy Calderón, Concha. Teoría de conflictos de Johan Galtung,
en la revista paz y conflictos, no 2 año 2009.
UNESCO (l994): La tolerancia. Umbral de la paz. París,
UNESCO.